Para comenzar: Un paseo por la historia
De Barahona de Soto a Bécquer. Notas sobre urbanismo histórico lucentino Luis Fernando Palma Robles, cronista oficial de la ciudad de Lucena
La descripción más utilizada de la Lucena judía es la del geógrafo Xerif al-Idrisi (n. 1099) que –además de señalar como tantos otros autores a Lucena como “ciudad de los judíos”– indica que en el arrabal, carente de cerca, vivían los musulmanes y algunos judíos, y en él se encontraba la mezquita mayor; en la ciudad moraban ricos judíos que no dejaban a los
musulmanes penetrar en ella; la ciudad se rodeaba de buenas murallas y de un hondo foso al que iban a parar las aguas de las acequias.
La muralla a la que hace referencia al-Idrisi partía de la acera norte del Coso y tras seguir por la actual calle Juan Valera, llegaba hasta la esquina de la hoy Julio Romero de Torres y desde esta vía continuaba para seguir por la dedicada a Francisco de Paula Canalejas, plaza de Aguilar, Clavija (hoy General Lozano), Plaza Alta y Baja, hasta finalizar en la acera norte del Coso. En la muralla de la ciudad –oficialmente villa hasta 1618– se abrían cuatro puertas principales: al norte la puerta de Córdoba, situada en la plaza de Aguilar; al sur la puerta de Granada, al final de la actual calle Barahona de Soto, junto al Coso; al este, la puerta de la Villa (con posterioridad transformada en el arco de San Jorge), en la confluencia de la calle de ese nombre con la Plaza Alta y Baja, y al oeste la puerta Blanca, en las Cuatro Esquinas, frontera a la calle El Peso, por lo que recibió también la denominación de puerta del Peso de la Harina. El Coso era el lugar de convocatoria para la generalidad del vecindario en espectáculos taurinos y demás, abastecimientos, reclutamientos, contratación, etc.
A lo largo del siglo XVI, Lucena va abandonado las características que la definían como una población fronteriza con el antiguo reino de Granada, lo que se tradujo en un incremento poblacional y en una consolidación de la estabilidad de la elite local. La Lucena quinientista asistió también a un reforzamiento del poder señorial y en ella va tomando más
consistencia el cabildo municipal. Durante esta centuria se va a consolidar el conjunto urbano lucentino que con muy ligeras adiciones llegó hasta la expansión experimentada a partir de la segunda mitad del siglo XX.
En el último cuarto del Quinientos y primero del siglo XVII, hay una tendencia a la creación de un nuevo espacio para servir de núcleo a la vida urbana. El 28 de agosto de 1618 los capitulares trajeron a cabildo cómo don Diego Fernández de Córdoba, III marqués de Comares, fallecido en 1601, tuvo el deseo de hacer en esta ciudad “junto a la iglesia mayor de ella una plaza grande y espaciosa para adorno y autoridad de ella y lo puso por la obra comprando muchas casas pequeñas que en el dicho sitio había”. No fue fácil debido a la negativa de algunos vecinos a deshacerse de sus casas, pero finalmente el proyecto se llevó a cabo.Y aquel espacio urbano, aquella nueva plaza, se convirtió en el corazón geográfico de Lucena,
en su plaza mayor, alrededor de la cual late el pulso ciudadano en sus más variadas manifestaciones.
Las casas de cabildo se harían finalmente en su emplazamiento actual de la Plaza Nueva, a raíz de un acuerdo capitular de 1620. Trasladado el Concejo o Ayuntamiento desde la calle de la Villa hasta su emplazamiento en la Plaza Nueva se configura un espacio que desde el punto de vista simbólico vino a englobar a toda la población bajo la vigilancia de los poderes locales, civiles y eclesiásticos, sometidos aún al señorío de los marqueses de Comares, significado en el castillo.
El castillo con el tiempo fue perdiendo su carácter de fortaleza en razón de la estabilidad conseguida con la desaparición de los conflictos bélicos tras la conquista de Granada.Poco a poco la antigua fortaleza fue adquiriendo un carácter palaciego. Buena prueba de ello es que en los primeros años del siglo XVII, el marqués-duque don Enrique manda la construcción “en su casa y fortaleza de un huerto y jardín con tres fuentes”. Este jardín daría nombre a la calle dedicada desde 1905 a Barahona de Soto, en un principio mucho más estrecha. La calle ha experimentado a lo largo de la historia varias modificaciones. En el trienio liberal, a raíz de la transformación del Coso en agradable paseo con árboles, se solicitó del marqués-duque don Luis Joaquín el correspondiente ensanche, el cual no se llevaría a cabo hasta 1851. En el solar ocupado por el jardín del castillo-palacio se levantaron en los primeros años setenta del siglo XX los edificios de Correos y Teléfonos. Ocupó también el jardín el tramo alto del llamado desde 1994 pasaje del Cristo del Amor. Este pasaje incluye
también lo que fuera callejón de los Muertos, donde se depositaban los cadáveres cuando se incrementaba la mortalidad a causa de epidemias.
El Coso es denominación muy antigua que ha pervivido a pesar de contar con diferentes nombres en el transcurso del siglo XX: plaza de Martín Hurtado, plaza del Conde de Prado Castellano (1911-1923) y desde 1937, plaza de España, nombre que hoy subsiste. En la acera norte del Coso se alzaba la residencia de los marqueses de Comares y duques de Medinaceli, así como numerosas viviendas para el personal a su servicio. A mediados de los años veinte del siglo pasado, el Ayuntamiento adquirió de sus entonces dueños, los duques de Híjar, el castillo-palacio con sus adiciones. En la Plaza Alta y Baja existieron varias viviendas adosadas al conjunto palaciego. En el Coso se celebraban los sábados feria y mercado.
En la Plaza Alta y Baja estuvo la plaza de abastos hasta el último cuarto del siglo XX. Esta singular plaza ha sido denominada, total o parcialmente, de múltiples maneras a lo largo de la historia. La denominación más antigua es la de plaza de la Madera (finales del S. XVI, principios del S. XVII). A finales del Seiscientos la encontramos llamada del Trigo y a lo largo del siglo XVIII como plaza de las Provisiones. Es frecuente en el S. XIX el llamarla de las Vendederas. Otras veces la denominación parece ser parcial, especificando en qué lugar de la Plaza Alta y Baja se vende determinado género: plaza de la Verdura o plaza de la Carnicería. En 1995 se acordó por el Consistorio denominar plaza de Bécquer al espacio urbano limitado por el Coso, comienzo de la calle Fernando Ramírez de Luque y nacimiento de Ballesteros. En la plaza de Bécquer se encuentra el edificio que hoy alberga la Agencia Tributaria y que conserva la fachada del que fue palacio de los marqueses de Campo de Aras, construido en el último cuarto del siglo XIX. En la acera de esta plaza se conservan restos de la famosa solería lucentina compuesta de mármol rosado, procedente de las canteras del término municipal. Hasta 1982 estuvo en esta plaza la posada de Vistahermosa. Otra casa desaparecida de este espacio urbano fue la situada en la esquina con la calle dedicada a Fernando Ramírez de Luque, desde cuyo balcón principal el corregidor Antonio de la Escalera pronunció el discurso que levantó el ánimo y las armas de los lucentinos contra el invasor francés en 1810.